La mayor pasión de mi vida
Siempre he creído que el deporte no solo es una actividad física, sino algo que se queda contigo para toda la vida, hay un deporte que representa esta idea de forma profunda, el judo. Para muchos, el judo es simplemente una disciplina marcial o un deporte de combate, pero para quienes lo practicamos, el judo es mucho más que eso, es una escuela de vida, un camino que nos permite conocernos mejor y sobre todo aprender el respeto a los demás.
Mi primera vez practicando este deporte comenzó a los15 años , cuando después de pasar por deportes como lucha libre y bádminton llegue al dojo de la sensei Annie Pinedo. Me atrajo la idea de un deporte donde la fuerza física no es el único factor determinante; en el judo, lo importante es la técnica, el equilibrio, la mentalidad y, sobre todo, el respeto.
El judo tiene una historia que comienza en Japón a finales del siglo XIX. Fue creado por Jigoro Kano, un hombre visionario que estudió diversas artes marciales tradicionales, como el jiu jitsu, y adaptó las técnicas de piso para desarrollarlas en el Judo, el cual se volvió un deporte completo donde todas las técnicas se complementan desde un combate de pie hasta un combate en el suelo, desarrollando lanzamientos, luxaciones y estrangulaciones.
Kano, entendió que el judo no solo podía ser un medio para la defensa personal, sino una forma de desarrollar el carácter y fomentar valores como el respeto, la perseverancia, la humildad y el autocontrol. Su concepto de "ju" (suavidad) y "do" (camino) refleja esa idea, el camino de la suavidad, donde la fuerza bruta se reemplaza por la inteligencia y la técnica. Así, el judo nació como un deporte que combinaba la lucha física con una profunda enseñanza, convirtiéndose en una disciplina que se practicaría tanto en el dojo como en la vida diaria.
Hoy en día, el judo es un deporte olímpico y una de las artes marciales más practicadas en todo el mundo. Pero, más allá de su éxito en las competencias internacionales, el judo sigue siendo una vía para el desarrollo personal y la superación. Su filosofía ha trascendido el tatami y se ha incorporado a muchos aspectos de la vida cotidiana. Una de las cosas que nos enseña es la frase Jita Kyoei, la cual significa "ayuda mutua para el bienestar común", esta frase es dicha en todos los dojos a nivel mundial y nos enseña a ser tolerantes y solidarios con nuestros compañeros.
En mi experiencia personal, una de las características más poderosas del judo es su énfasis en la disciplina. Desde el momento en que uno se coloca el judogi hasta que termina el entrenamiento, el judo exige un compromiso total, no solo para el entrenamiento sino para la limpieza y orden. Cada que llegamos a entrenar debemos saludar al dojo, al sensei y a nuestros compañeros, asimismo, antes de iniciar el entrenamiento cada uno debe ordenarse de acuerdo a su grado de cinturón, luego se hace el respectivo saludo a Jigoro Kano y al sensei. Todos estos pasos refleja el orden que conlleva practicar este deporte.
El verdadero propósito de este deporte no es ganar a toda costa sino aprender a ganar y perder con dignidad. No es solo una forma de combate, sino una filosofía que invita a buscar el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Practicarlo significa aprender a respetar a los demás, entender que, en última instancia, la lucha no es contra otro ser humano, sino contra uno mismo, para superar los propios límites.
Cada judoka debe poner el máximo de su esfuerzo tanto a nivel físico como mental, superar nuestros propios miedos y pensar en que siempre podemos hacer más. Si tengo que hablar de un deporte que lo tiene todo hablaría del Judo, mi mayor pasión de la vida.
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